TEMA LIBRE: Sentí la necesidad...

//Adoro el desvirtúe... //
A punto de servirse un generoso vaso de ron, Gibbergeist siente sonar su celular élfico, lo saca, pone su mejor voz profesional y dice:

- Servicio de atención al cliente de Estamos para ayudarte, Servicios de Consultoría Sentimental, ¿en qué puedo ayudarlo, señor o señorita?

- ¿Qué carajo es esta tarjeta? -le pregunta no con el mejor tono, y no con las mejores ganas.

- ¿Tarjeta? ¿Tiene usted nuestra tarjeta, señorita? ¡Pero qué bien, eso implica que tiene usted un diez por ciento de descuento en los honorarios finales! Tiene mucha, pero mucha suerte, no existen muchas de esas tarjetas, ¿sabe usted? Nuestro fuerte es el "boca en boca". Pero basta de hablar de la empresa, hábleme de usted. ¿Qué motivo trágico, qué negra desazón, qué dramático dolor del corazón la ha impulsado a abrirme el suyo y suplicar por ayuda, gentil dama? Siéntase libre de hablar con la sensatez y la comprensión "elfificadas"...

- ¿Dolor del corazón? -dice, mientras alza una ceja- ¿De qué me está usted hablando? ¡Yo pregunto de dónde salió esta tarjeta! ¡¿Qué es esta imagen?!

El elfo, prudentemente, abandona la bodega para dirigirse a su cuarto, mientras responde:

- Las mejores tarjetas suelen salir de los arbustos tarjeteros, rara especie que crece entre las páginas de algunos libros olvidados. Las tarjetas convencionales - eso creo - salen de las imprentas. Y la imagen... pues, no sé, ¿me la describiría para que pueda analizar la semiótica implícita del mensaje, mi encantadora señorita?

*Mira la imagen, mira horrorizada el teléfono*
- ¡Usted hizo la tarjeta, usted explíquemea la mí!

- ¡Ay, pequeña! - el elfo llega a su habitación, entra y cierra cuidadosamente la puerta con llave - Mucho dolor y confusión hay en ese corazón para hacer un desplazamiento emocional tan notorio de sus propios sentimientos hacia una simple y sencilla imagen de una tarjeta. Veamos... Tengo libres el próximo domingo, a las 03.45 y el lunes a las 06.55 Mi sugerencia ante su dramático y contundente problema de personalidad sufriente es, por supuesto, una cita para terapia en mi consultorio. ¿Cual de las dos opciones le viene bien?

Jejejeje psicoanalizar a la GM debería ser considerado profesión de alto riesgo. Ahora bien, hacerla pasar por un consultorio sentimentaaaal... interesante, interesante.

*por lo bajito, al oido del elfo*
Verá usted, no me pregunte pero tengo un cierto interés en el resultado de esa cita terapéutica, ¿no podríamos acordar usted y yo los términos de un mutuo y beneficioso intercambio de informaciones?

El elfo, ocupado como estaba en hablar por teléfono, se sobresalta soberanamente al sentir en su oído la voz de Oneiros, a quien no había visto en la habitación. Pega un salto y el celular le vuela de las manos, cayendo afortunadamente en la alfombra persa que adorna más de la mitad del cuarto. Tras recuperar la compostura y el celular, vuelve a decir por el mismo:

- Discúlpeme un momento, querida señorita: llamada entrante.

Silencia el llamado, se vuelve a Oneiros con una enoooooorme sonrisa y dice:

- ¡Adoro los intercambios mutuos y beneficiosos de información! ¿De qué se trata, milord?

-Obviamente, de que usted me cuente esos secretillos de terapia amorosa de la GM y yo le contaré a usted cuanto guste y esté en mi mano.

// Puta! parecemos viejas de alcoba y chincorreo barato de telenovelas!! jajjajajajaja.
Y recuerda, cordobesa, que aunque mi orca favorita lleve la bandera de otro clan, la hija de Paagrio sigue y seguirá en el corazón de Kyllian, así que no se te olvide que en cuanto tu quieras me convertiré en tu instalador on-line de parches y crónicas malvadas. Confidencialidad asegurada y efectividad garantizada. Palabra de Banhammer

El elfo lo mira ofendido.

- ¡Pero señor mío! ¿Cómo pretende usted que viole mi secreto profesional? ¡Jamás! ¡Ni aunque me suplique de rodillas! - sutilmente, cambia su tono de voz y una de las comisuras de su boca empieza a curvarse hacia arriba - Ahora, si comentar prefesionalmente el caso con un colega discreto y experimentado en estas lides ayuda a solucionar los problemas de mi paciente... ¡eso ya es otra cosa!

Le guiña un ojo y le tiende la mano para cerrar el trato. Seguidamente, vuelve a apretar una tecla y habla por el celular:

- Apreciada señorita, discúlpeme por haberla hecho esperar, pero era un caso urgente de desazón del alma, imposible de postergar. Dígame, ¿qué día y a qué hora le queda bien que comencemos con el tratamiento?

// Ma que viejas chismosas, somos una par de almas solidarias, buscando el bienestar de las gentes de Luriad
Sigo contando contigo como instalador remoto de mundos lúdicos, de eso puedes estar seguro. Sólo estoy esperando el momento oportuno. La paciencia es la virtud de... ... ¿los inútiles? Juajuajuajua, no era otra cosa, pero tú me entiendes

- ¿De qué tratamiento me habla usted? -le pregunta casi a los gritos- ¡Lo que yo quiero es una respuesta a mi pregunta sobre la tarjeta!

- Bien, bien, querida criatura atosigada por el dolor y los malos tratos, si queréis que empecemos hablando de esa imagen, pues que así sea. Puedo recibiros ahora, estoy en el ala Oeste del castillo, habitación número 13. No me hagáis renegar con la impuntualidad. La primer cita corre por cuenta de la casa, digo, de la empresa. Soy el elfo de cara bondadosa que os atenderá cuando llaméis a la puerta.

Cuelga y le dice a Oneiros:

- Yo que vos me escondería tras la cortina o bajo el diván...

Echa una furia, se apresura a la puerta 13 del ala Oeste del castillo. Golpea la puerta y espera a que la atiendan, con la tarjeta en la mano.

-Ups, mejor me escondo en el diván. O mejor aún, me pongo tras la cortina. La habitación número 13 está en la primera planta así que si las cosas se ponen feas siempre puedo salir por la ventana.

- Excelente idea, mi amigo.

Va hacia la puerta, descorre el cerrojo, quita las dos vueltas de llave y abre con una sonrisa angelical.

- ¡Pero si es mi querida GM! ¡Qué agradable sorpresa! - le hace un gesto - Pasad, pasad, el diván está por allí. Acomodaos como os plazca. Veamos, sufrida Anémona, qué tristes experiencias os traen a esta habitación donde la ayuda y el consuelo se confunden con el mobiliario.

- ¿Está usted demente, hombre? -le pregunta, alzando una ceja, sin moverse de al lado de la puerta- De sufrida no tengo ni el nombre.

- ¿Hombre? ¿Hombre? ¿Hay un hombre por aquí?????? - el elfo mira hacia todos lados, con cara de preocupación y luego vuelve la mirada lentamente a la GM, con aspecto de comprender.

- ¡Ay, ay, ay, vuestro caso es mucho más serio de lo que suponía! Veis personas que no están, hacéis una negación rotunda de vuestras dificultades y trasladáis - transferís es el término apropiado - a otros vuestra imposibilidad de resolver por vos misma estos laberintos en los que estáis atrapada... ¡Pero no desmayéis, dulce Anémona! Pasad - la toma de la mano e intenta atraerla hacia la habitación - que Monsieur Gibb os escuchará y comenzaréis a ver entre la bruma...

Se quedó pensando, unos segundos, antes de sonreírle al bicho.
- Mire: si me invita un café, me quedo y le invento un par de problemas, así usted se queda contento y yo también, ¿vale?

El elfo da un salto mortal en el aire, de pura felicidad. Cae en quinta posición y hace un Grand Jeté hacia una pequeña barra al otro lado de la habitación.

- ¡Por supuesto, encantadora Anémona! Ubicaos en el diván y no olvidéis cerrar la puerta, pues ésta es una sesión privada y no queremos ser molestados. ¿Café irlandés? ¿Italiano? ¿Mexicano? ¿Café del Mar? Os recomiendo este último: tiene vodka y licor de durazno.

Mientras cerraba la puerta, escuchó un "vodka" de fondo y sus ojos brillaron. Se acercó al diván y se sentó en él.
- Bueno, cualquier estaría bien. De hecho, aceptaré éste último pero sin licor: odio el durazno -le dijo con una sonrisa.

El elfo omite aclarar que el "Café del Mar" no tiene café entre sus ingredientes. Toma la coctelera y mezcla el vodka con passoa, jugo de naranjas y azúcar, descartando el licor y el jugo de durazno. De espaldas a Anémona le dice:

- Como ya sabéis, la culpa de todo lo que nos ocurre la tienen nuestros progenitores. Es eso, o reconocer que no sabemos hacer nada bien por nosotros mismos. Así que, mi venerada GM, contadme cómo hicieron vuestros padres para arruinar vuestra encantadora existencia... Luego pasaremos al mal de amores...

Vierte la mezcla en un vaso y se la alcanza a Anémona. Seguidamente, toma un bloc de notas, un bolígrafo y se dispone a escribir.

- ¿Mis padres? -le preguntó mientras tomaba el vaso que le estaba ofreciendo el otro- Seguro que algo mal hicieron, pero el problema para porque no sé exactamente qué. ¿Me daría una ayuda de algo mal que pudieron haber hecho, así le contesto?

Asiente con la cabeza, muy serio.

- Por supuesto, por supuesto. Supongamos, mi joven Anémona, que usted aparece un día por su casa, llevando alegre y felizmente de la mano a su primer amor. Quiere presentarlo ante sus padres, anhela que conozcan al joven que ha robado su corazón... pero que - a cambio - generosamente ha envuelto el suyo en papel de regalo con un hermoso moño y se lo ha entregado a usted. Usted está deseosa de escuchar los comentarios de sus progenitores, está segura de que lo amarán ni bien lo vean, lo adoptarán como un hijo más, porque él, ÉL, es la persona más increíble y maravillosa de este mundo... Sin embargo - la cara se le ensombrece al elfo - lo primero que escucha es un "¿Y quién es este pelilargo mugriento?", seguido por un reprobador "¡Anémona, hija, tiene la cara llena de granos!" , para finalizar con un terminante "Jovencito, ¡si lo veo de nuevo hablando con nuestra hija, le clavo un cuchillo entre los omóplatos!"

Gibbergeist mira a Anémona con triste resignación.

- Y es así que, por querer protegerla, por considerar que usted merece lo mejor de lo mejor de lo mejor, crean en la pequeña y frágil Anémona un complejo de inseguridad, asociado a una disminución notable de su autoestima, que sumado a su natural instinto por agradar a sus padres crea una seria tendencia al comportamiento esquizoide: ante ellos usted es una monja de clausura, mientras que con sus amistades es una perra en celo... ¿me explico?

- Er... interesantísima deducción. Nunca lo había pensado así, y sin duda explica muchas cosas -dijo sonriendo con sorna, tomando un sorbo de su bebida, que tuvo que contener para no escupir-. ¿Sus padres también le hacen eso?